Zarzuela «EL AÑO PASADO POR AGUA» y Sainete «EL BATEO»

EL AÑO PASADO POR AGUA

Zarzuela en un acto

Libreto de: Ricardo de la Vega (1839-1910)

Música de: Federico Chueca y Joaquín Valverde.

Se estrenó en el Teatro Apolo de Madrid el 1 de Marzo de 1889.

La acción se desarrolla en el Madrid de 1888, año lleno de acontecimiento, críticas e inquietudes políticas. También fue un año prolífico en lluvias y del tal echo, proviene el título de la obra.

Argumento:

Comienza la obra, como es de esperar, con una torrencial lluvia que casi inunda la calle por la que los viandantes van cantando esa canción que también nosotros hemos cantado más de una vez,

“que llueva, que llueva, – la Virgen de la Cueva, – los pajaritos cantan,

las nubes se levantan, – que si, que no, – que caiga un chaparrón,

con azúcar y turrón, – que rompa los cristales de la estación”.

mientras esta húmeda escena tiene lugar, Julio requiebra a una agraciada modistilla que por allí pasa, con almibaradas palabras de amor.

Aparece un personaje que se identifica como el Año 1889, se queja ente un guardia que presta su servicio, sobre las continuas lluvias que jalonan el año presente, despotrica sobre la actual situación política del país y hubiera seguido soltando improperios si no le interrumpe una Aguadora, de las llamadas ambulantes, que “cándidamente” le ofrece de beber.

Ante esta falta de consideración, el guardia la manda prender, junto con Marcelino, cochero de profesión. Ambos están asombrados ya que no comprenden el motivo del arresto.

En el segundo cuadro, hacen su presentación toda una serie de nuevos personajes, que, como los anteriores, se quejan de la situación política y social de nuestro país.

Mientras todos y cada uno de los personajes recogen el agua de la inundación en la que viven, cantan las quejas sociales que les inundan. Hay una graciosa gaviota que pasa volando, lleva en su pico un cartel en el que podemos leer “contribución”.

La llegada de Neptuno parece que enerva los ánimos, pero él se apresta a la defensa anunciando a todos que, esa misma noche, resolverá la situación, en cuanto se reúna con los Ministros, en el baile que estos celebran.

Prosigue la fiesta en la que mientras unos achican agua, otros se quejan. Una huertana de Murcia culpa a Neptuno, otros aclaman al Año 1889 y algunos otros se enfrentan a un Emigrante recién llegado, al que confunden con un personaje de “La Bruja”.

Nuevos personajes se van introduciendo en escena en el tercer cuadro. Todos ellos descontentos, protestando y criticando; los guardias que si están destrozados, Manolo, cantando con mucha gracia, recrimina a su novia el plantón que le ha dado…

“Señorita, hace tiempo que la espero, – soportando el aguacero…”

la muchacha, entonando con igual gracia, le pide disculpas.

Van entrando en escena; Catalanes, Extremeños, Vascos, etc. y se anima la acción cuando todos se ponen a bailar, eso si, cada región forma su propio grupo de danza.

Mientras todos bailan, hace su aparición un decorado que representa el cartel de la Exposición Universal de Barcelona y ante este cartel, todos unidos, gritan ¡Viva España!.

EL BATEO

Sainete cómico en un acto

Libreto de: Antonio Paso (1870-1958) y Antonio Domínguez (1877-1942).

Música de: Federico Chueca

Se estrenó en el Teatro de La Zarzuela de Madrid, el 17 de Noviembre de 1901.

Argumento:

La trama es un tanto liosa. Se celebra una fiesta con motivo del bautizo del niño que Nieves y Lolo han tenido. Wamba, viejo cascarrabias de avanzadas ideas, pero protestón por naturaleza, es el padrino de este recién nacido, el anciano padrino no hace más que refunfuñar por el papel que ha de desempeñar ya que no es de su agrado, ni conforme con sus ideas.

Mientras se divierten preparándose para marchar a la cercana iglesia a bautizar a la criatura, se presenta Pamplinas, antiguo novio de Nieves, con ánimo de organizar una gran bronca e impedir que Lolo figure como padre del niño, aduce derechos de paternidad, por la relación que anteriormente mantuvo con la joven madre.

Visita y Virginio, están cantándose un dúo de amor. Entre las bellas cosas que se dicen, aprovecha la joven para poner en conocimiento de su novio, que Pamplinas subía, por las noches, a casa de la bella Nieves.

Entre estos dimes y diretes, todos están dispuestos a impedir que Pamplinas intervenga y participe en el bautizo. Lolo no se entera de nada del drama, que cerca de él se está desarrollando, su preocupación se centra en conseguir que Nieves acceda a casarse con él, ahora que han de criar a un hijo común. Cuando se entera de lo que está ocurriendo, empieza a considerar si es una buena idea la del matrimonio.

Marcha el séquito hacia la iglesia, todos contentos, especialmente los chicuelos que recogen los caramelos y monedas, que los padrinos arrojan a su paso. Cuando llegan, Wamba se niega a entrar, pese a ser el padrino aduciendo que, como republicano que es, no debe entrar en la iglesia. Al fin le convencen y todos se dirigen hacia la pila bautismal, con ellos se cuela Pamplinas con la idea fija de armar una bronca.

Cuando toda la concurrencia regresa al local donde han de celebrar el banquete, encuentran que faltan Lolo y Pamplinas, como es lógico se asustan, pensando que ha podido ocurrir algo desagradable entre ambos.

Para agravar la situación, descubren que hay huelga de organilleros, por lo que, tal vez, no haya música para el obligado baile.

Entran los dos “padres” en el local, hablando amigablemente y aclaran su actuación ante los demás. Pamplinas quería evitar que Lolo se reconociera como padre del niño pensando que esta criatura es de un tercero, al que de noche se veía acceder a la casa de Nieves.

Todo el mundo se escandaliza acusan a la joven madre de cosas bastante feas. Los nervios de los allí reunidos, están alterados hasta que Wamba declara que él era el que subía a casa de Nieves, pero no ha visitarla a ella, a quien visitaba era a su madre, de la que está enamorado.

Aclarados los conflictos que han surgido, todos se disponen a celebrar el bautizo con una opípara comida.

El argumento de esta Sainete es un tanto desvaído, denota una producción múltiple sin pena ni gloria, lo único que destaca es la chulería, el casticismo y el desparpajo en la dicción de los personajes.

Sin embargo es de destacar la música, que el Maestro Chueca nos ofrece, es la música a que nos tiene acostumbrados, cálida, popular, pegadiza, una música que nos es fácil de comprender y que compartimos con él.